jueves, 2 de febrero de 2012

CARLOS MASTRONARDI (GUALEGUAY--1900--BUENOS AIRES,1976)





La libreta de bolsillo (*)






Las otras noches,
en la soledad del café,
después de hojear el diario y vaciar mi pocillo,
extraje,distraído,la pequeña libreta
en que anoto las direcciones
y los nombres de amigos y conocidos,
como se acostumbra en toda gran ciudad,
donde los signos,las útiles convenciones
sustituyen a los árboles y las estrellas
que orientan en el campo nuestros pasos.
Comprendí entonces que en libreta auxiliar
pese a sus frías referencias,es mi concisa historia,
pero está vieja y colmada de señas
de modo que deberé reemplazarla
por si el porvenir aún me trae
personas o lugares agradables.

(Al principio con aire negligente
sin buscar nada preciso
y después con espíritu (ánimo)curioso).
Repasé sus viejas páginas,
escritas por mi mano y que conservan
informes? que asenté hace muchos años.
Estas hojas descoloridas y atestadas
ya no permiten que el mundo irrumpa en ellas,
y si en verdad se agotaron antes que mi vida,
deberé acudir a otras,
por si algo me acontece todavía.
Mi lectura abarca muchos años,
y así pude dar con gentes inciertas,
como quien vuelve por un camino oscurecido.
Nombres casi olvidados,señas de casas
que visité sin dudas,hoy no me dicen nada :
quedan en el papel,no en la memoria.
(las retiene un papel?).

Aquí hay un Alberto Amable que se borró por completo;
quizá era el traficante en libros
que mantuvo trato conmigo
pero del que nada recobro,
y también doy con Laura,
la muchacha que anduvo por mis años
a quien yo saludaba y única,
hay apenas palabra sin imagen,
pues todo lo olvidé,y ni siquiera
me es dado reconstruir su rostro lejanísimo,
que se suma a este séquito de sombras.

Incluye mi lista un Abelardo;
pienso en aquel risueño condiscípulo.
Esto es cuanto persiste de aquel lejano amigo,
al que hace 30 años vi por última vez,
y de quien no recuerdo (retengo) ningún (rasgo) distinto,
salvo su fuerza y su audacia en el gimnasio,
cuando dejábamos las atentas clases.

Aquí hoy...no (recobro)otra cosa de aquel lejano amigo.
No sé quién puede ser este Julio insondable,
ahora convertido en inútil palabra;
sospecho que el excéntrico,estudioso muchacho,
que anduvo extintos reinos,brilló en antiguas guerras,
y aplicado a la historia,ensueño hereditario,
rechazó la concreta joven que lo quería
pues de había enamorado de Diana de Poitiers.

Inocentes,precarios,distraídos y nostálgicos,
quienes están ausentes de mi vida
si puñales me apagan y destruyen,
pues también su memoria,como es inevitable,
está llena de muertos insepultos.
Así,mientras repaso tantos nombres ociosos,
cuyos dueños salieron de mi ámbito,
pienso que unos son polvo pero que otros
perduran como intrusos en el mundo,
a la vez que vivientes (extinguidos),
desvanecidos,sueltos,vaporosos.

Nada puedo decir,tampoco,de Rolando,
de modo que deberé borrar su nombre vano (inútil).
Algo vuelve de él,ya sé,queda alguna huella (algún rastro),
y es el hecho mortal que presenció en el campo,
cuando era el más alegre de la fiesta.
Recuerdo que furioso y absurdo en su justicia,
mató al caballo que arrastró una legua
a su agónica hermana (novia) pisoteada.

Sólo esa tarde negra,el resto se me escapa;
su voz y sus facciones se perdieron.
(Aquí hay gratas personas cuyos rumbos ignoro,
pero que muchas veces caminaron conmigo).

Residuos,letras vanas,precisiones sin nadie,amigos misteriosos.
Tendré que desecharlos cuando lleve
a una nueva libreta las señales
de los que reconozco y puedo ver.Entonces
quedarán muchas páginas en blanco,
tan despobladas como el presente del viejo.
Seré en ese momento el capitán que vuelve
de la batalla,y al frente de los suyos
hace,grave,la cuenta de las bajas.
Amigos invisibles y rostros olvidados,
cuántos sepulcros,digo,cavamos en nosotros.
Yo también seré un nombre sin sentido
en la libreta de otros,que algún día
habrá de suprimirme con una tachadura.

(*) Este poema,y otros,aparece en uno de los diversos cuadernos utilizados para guardar artículos periodísticos o continuar con la serie de cuadernos privados.Las versiones fueron revisadas por el poeta Rodolfo Godino.

de Mastronardi - Obra Completa - Tomo 1 - Ediciones UNL,Santa Fe,2010

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