domingo, 11 de agosto de 2013

DELIA PASINI ( BUENOS AIRES, 1947 )


DIES IRAE


Es difícil no sonreír de escepticismo
cuando todo sucumbe alrededor de la esperanza.
Los cachorros se apelotonan para darse calor
antes de que los repartan,con variada suerte.
Los hombres se venden y se confiesan derrotados.
Las mujeres guardan el sueño de los hijos y los propios.
El buhonero ofrece jaulas en alquiler y un pececito de regalo.
Las viejas de mi casa tienen frío,más de ochenta años
y no esperan la muerte.
Nadie quiere la miseria y la obscenidad de los que ostentan.
Sin embargo,
la charla es vacía y trivial y postergada y para siempre repetida.
"Nos vamos en promesas" era un dicho antiguo, de cuando
el honor era palabra.
La estupidez crece como la mala hierba, por ignorancia
o avaricia.
Gestos que otros desean para sacrificarse obedeciendo.
Sedentarios destinos sin sosiego.
Discursos de libertad que esperan ser, alguna vez,
los consumados hechos que no existen.

Algunos se abstienen de la carne
para evitar el sufrimiento de los animales al morir.
Es su manera de oponerse a la crueldad del hombre.
Vi agarrotar por su pieles a los lobos marinos,
despellejarlos vivos.
Vi a una hembra llorar ante el cadáver de su hijito.
Vi cachorros de perros ofrecidos en venta, en un mercado de Vietnam.
Vi degollar corderos para ensartarlos en un asador gauchesco.
Vi arponear ballenas y estallarlas por dentro.
Vi cazar y vi a los zorros debatirse en las trampas,
royéndose las patas.
Vi como el hombre asesina y se proclama justo.
Nada ha cambiado.
La imagen es ciega y tantálica y disipa la tristeza.
El hombre por la calle dirá siempre lo mismo
y de la misma forma.
Todo tan previsible
que para algunos,
un crimen puede ser encantador y una omisión la huella.

La forma del poema es una desgracia pasajera.
La muerte de quien pudo decirlo
sabiendo que habría de morir por sus palabras.

El talento de plata no se arrojará, otra vez, a los designios.

La clave,poseer la clave de la razón
como bien patrimonial.
¿Tienes algún negocio que ofrecernos?
El poeta maldito yace sin palabras.
¿Tienes, di, algún comercio con quienes arremeten
por necesidad en esta Sudamérica impotente?
¿Tienes,desgraciado, 
comercio con loros barranqueros
que viven en murallas de rencor de cara al viento?

Rencor.
Palabra teñida de humillación y salvajismo.
Palabra macho.
Encerrada en venganzas de llorón, que golpea con saña.
No quiero más una tierra de gritos y de muerte.


De Títere sin cabeza, Ediciones Último Reino, Buenos Aires,1991.

sábado, 10 de agosto de 2013

GUSTAVO F. GROS (CÓRDOBA, 1981)



Crepuscular



Las estrellas 
no son tan inocentes como parecen

Si no,
no habría tantos espacios negros
entre ellas.

sábado, 3 de agosto de 2013

RAQUEL GARZÓN (CÓRDOBA,1970)




Flashback y versión de la infancia





Anoche nomás,
hace casi 30 años,
tenía un libro de Verne entre las manos,
cierta ansiedad al llegar a la tabla del 9
y una fascinación por la química
que no me ha acompañado hasta aquí.

Mi color era el rojo,
mi día, el viernes
y el verano, ese bosque,
mi teoría acuática de la felicidad.

En esta foto mi madre me lleva de la mano
y su roce es un túnel de regreso
a las mil tortugas de mi infancia
que gastaron un nombre siempre igual:
                        Cleopatra.

Tengo 10 años
soy la mayor de cuatro hermanos,
duermo en un cuarto de muebles blancos
y en mi casa no se puede envejecer
(papá es cirujano plástico).
Temo no estar a la altura de lo inalterable.

Creo que,si Dios existe,
se esmera en ello los domingos
cuando mi abuela nos lleva a La Merced
y rezamos al Señor de los Milagros,
mareados en incienso,
oraciones importadas del Perú
que repito aún dormida.

Nado bien, tiro al blanco
y cuando crezca
quiero dar la vuelta al mundo en bicicleta
aunque no llegamos ni Cosquín en la última excursión...

La velocidad traga el resto del paisaje :
               Sigo siendo esa urgencia.



De Monstruos privados (2006)

LAURA WITTNER (BUENOS AIRES,1967)


Epigrama




Dijiste algo y entendí mal.
Los dos reímos :
yo de lo que entendí,
vos de que yo festejara
semejante cosa que habías dicho.
Como en la infancia,
fuimos felices por error.


de Las últimas mudanzas (2001)