sábado, 28 de julio de 2012

IGNACIO RAMOS (SAN NICOLÁS DE LOS ARROYOS,PROVINCIA DE BUENOS AIRES,1987)


 
 
 
Así como la palabra puede 

diluirse en el poema

el deseo puede volverse sangre 

al dormirse sobre el cuerpo.

No puedo esperar 

a que un animal 

se coma mi piel por mi

y confunda lujuria con transparencia 


será mejor arrancármela por mi cuenta 

hasta caer en el abovedado hueco

que cantar infectado de furias

adorando a la mesa y al diluvio.


Igual de una forma u otra

así como se llevaron nuestro amor

las agujas de los relojes

sepultaran también nuestros huesos.


Será mejor 

estar y seguir despierto

el deseo puede volverse sangre

al dormirse sobre el cuerpo.
 
 
 
este poema era inédito

EZEQUIEL AMBRUSTOLO (BANFIELD,LOMAS DE ZAMORA,PROVINCIA DE BUENOS AIRES,1983)




Piedra del escándalo



                                   Con el
horizonte
lleno de Dios

vamos

en busca de lámparas
 para  los ciegos.




Fenomenología de la religión 



un

hilito  de  luz

desbarataba

la tiniebla

del
       cuarto.



Arte poética



Ser
es
ceder
el poema.

La donación del siervo.





de Teoría del amanuense, Alción Editora, Córdoba, 2011.






miércoles, 18 de julio de 2012

ENRIQUE SOLINAS ( BUENOS AIRES,1969)




La casa

La casa está perdida en un jardín
o un jardín esconde en su garganta el hogar que vivimos,
lenguaje elemental,
                              laberinto de piedra,
las ramas de los árboles que abrazan
a ese mundo herido en el costado.
A veces el jardín respira y deja ver
esas paredes que alguna vez fueron de luz.
A veces inventan un mundo sin saber
que no se entra jamás,
que hay que permanecer afuera de la Historia.

La casa está perdida en unos ojos que nunca más veré.
La casa está perdida en esa misma casa.
La casa es una pérdida constante
en cualquier jardín.

La casa es un jardín perdido
en el lugar de la memoria.

 


El Pueblo


En un pueblo muy chico
donde todos nos conocemos los delitos
y la nieve se cae como pintura fresca,
y la nieve se cae como pintura fresca,

                        vivo.

Tengo una casa
con patio, perra y padre,
y un jardín,
y una hermana
que todo el día
se disfraza de noche.

Cuando llega la hora de descansar
nos disparamos con gritos,
pero todos somos malos apuntadores
(NADIE QUIERE MATAR A NADIE AQUÍ).         

Triste es la canción que pasan por la radio
    (golpean a la puerta).
Triste es la canción que viene del jardín.

Nadie atiende.
Golpean a la puerta.

Nos abrazamos
                        porque tenemos miedo.  



Ejercitación

Todas las noches
un hombre nada en la oscuridad.
Su cuerpo desnudo
recorre el cuerpo del cielo.
Ninguna cosa se espera de él
y al mismo tiempo él espera
terminar su rutina
para volver a comenzar
la noche siguiente.

Como un cirujano,
el hombre nada en la noche de la memoria.
Es un bisturí.
Sabe
que la prolija autopsia que realiza
es para que se abran
todas las puertas de la luz.

Entiende el mundo
y por eso exige:
       De ahora en más y para siempre
                    el perdón
          no se convertirá en olvido.
 


martes, 10 de julio de 2012

HUGO TOSCADARAY (BUENOS AIRES,1957)





La huella de Robinson



En el ojo demencial de la luna.
En los huecos del aire.
En el erotismo de la flor del saúco, cuando abre.
En el eco de la rotación,
inaudible para nosotros pero atronador para los oídos del cosmos,
de este lugar que llamamos mundo.
En el insecto.
En las llamaradas del crepúsculo.
En el paraguas arrasado por el viento.
En el polvo garrafal de las matanzas.
En el sudor que atraviesa el pan de la frente.
En la cuna incendiada de los remordimientos.
En el diente partido por el hambre. O en el labio, por la sed.
En el timbre que anuncia el final de las cosas.
En la mentira de la felicidad.
En el animal sorprendente que acecha en el silencio.
En el ademán tardío y aquello que se aleja.
En la insoportable fragilidad de los pájaros.
En las campanadas de la vanidad.
En Dios, humillado y sus renuncias.
En la opacidad del vino que traga el olvidado.
En el grito sin lengua.

Así busca el poeta. Despojado.

Como Robinson
intentando adivinar su olvidado rostro
en el caparazón de una tortuga.




Taller de madrugada



La poesía es una catedral morada por lobos,
erigida en el desierto, entre el abismo y la furia.
Es el ojo bestial que atraviesa templos y mercados.
Es en éste orden: atalaya, usina y alambique.
La poesía es la quinta pata de todas las cosas.

Tiene largas piernas de watussi con las que recorre, inagotable,
las cornisas del planeta.
Tiene lengua de dragón, para palpar -aún en la más grande oscuridad-
la miel en la boca de la sunamita.
Pero tiene también un rumor oceánico para hundir cárcel o neblina
u otras dictaduras.

La poesía es el oso polar que alienta el blanco.

Es un caballo de alcohol, que cruza –infatigable- por un país de zinc.

La poesía es la quinta pata de todas las cosas.


La lluvia y los milagros



En su infinidad cae la lluvia.
En espléndida metralla.
En insectos de plata que saltan del panal roto del aire.
En órbitas suicidas.

Cae la lluvia sobre el sueño de los lagartos.
Sobre el maderamen de los puertos abandonados.
Sobre las mariposas ciegas del crepúsculo.
Sobre el pan de las guitarras.

Fumamos y fumamos aún bajo el diluvio
y el guerrero que sopla en los pulmones
se nos apaga lentamente.
Sin embargo, avanzamos.

Dentro,
todos llevamos una selva.

La lluvia la ilumina.



Los trabajos de la noche

 

Sobre los tejados.

Sobre los gatos que copulan en los tejados.

Sobre la boca y esa mano que sofoca el llanto.
Sobre los huesos del que martilla el hambre.
Sobre el insulto y el golpe.
Sobre los cuerpos que se retuercen y aman.
Sobre la espalda del que rema en el engaño.
Sobre el himno de gloria de los ebrios o su derribo.
Sobre el orín del sentenciado en el zapato del verdugo.
Sobre la fiebre de quien batalla en los papeles.
Sobre la tiranía de los abandonos.
Sobre el ladrón de canillas y sus mínimas audacias.
Sobre el brillo ilusorio de los burdeles.
Sobre los barrotes y el que los maldice.
Sobre las uñas partidas.
Sobre el perro que apura su sed en la lágrima de la oscuridad.
Sobre la frente del que se arrodilla ante el hallazgo.
Sobre la soledad y sus baldíos.
Sobre la ciudad
crece la luna con sus guantes amarillos;
crece la luna con su máquina de plata;
crece la luna y en el silencio,
escribe.



del libro inédito  UN CABALLO CON UNA OREJA AZUL , 2012

jueves, 5 de julio de 2012

ESTEBAN MOORE (BUENOS AIRES,1952)




Las arandelas



Hace varios años saliendo del café Hawelka
                 en la Dorotheergasse 6 , Viena
atrajo mi atención el fugaz reflejo metálico de un objeto circular
que se hallaba al borde del cordón de la vereda
al acercarme
comprobé que era una arandela gastada

No sé que me impulsó a recogerla
observarla bajo la luz de un farol
                        y echármela al bolsillo
Un anciano de cabello blanco que vio la escena
sonrió y dijo al pasar : "Oh.....Das is Glück"

Tampoco sé si esa arandela que desde abril de 1994
llevo colgada de mi llavero me trajo la suerte anunciada por aquel caballero vienés
Lo que si puedo decir es que a partir de ese día
encontré decenas de arandelas caídas, tiradas, o abandonadas
en las calles de distintos pueblos y ciudades
                     las que conservo en un frasco de vidrio

He llegado a imaginar que aquella arandela con secreta tozudez
                     es la que me ha guiado hacia las otras
                                 / y creo que continuará haciéndolo

Mi terapeuta a quién he consultado al respecto
sostiene que no existen explicaciones para este "fenómeno"
sólo se limita a preguntarme:
"¿Nunca  encontrás tuercas o tornillos?"

Últimamente -una energía extraña
indescriptible
conduce a diario mis pasos hacia el frasco de vidrio
estimulándome - a pesar de mis deseos
a quitarle la tapa e introducir mi mano en él
Entonces bajo los efectos de un suave tumulto interior
mis dedos vacilantes son dirigidos hacia las arandelas
y eligirán una que invariablemente introducirán
en el bolsillo izquierdo de mis pantalones
Nunca es la misma - todo dependerá de la ocasión
esto nada tiene que ver con las complejas leyes del azar
Mi conjetura se basa en los hechos
pues si voy al supermercado mis dedos irremediablemente escogerán
                                                / la pequeñita de bronce
Si cenamos afuera -  es el turno de la grande de hierro
Si vamos al cine obligadamente seleccionan una mediana
                       / de brillante acero que tiene una pequeña muesca
En cambio si decido alquilar una película para ver en casa
siempre iré acompañado por la de chapa de zinc de pequeñísimo centro
             Cada una de ellas - no cabe duda- tiene sus preferencias
             Están también las que se inclinan por el campo
                        o el mar - los viajes en avión
             las bibliotecas
o los bares nocturnos
Debo consignar también la existencia de aquellas otras
cuyos gustos reñidos con las buenas costumbres he jurado no revelar
No puedo dejar de señalar
que a pesar de sus marcadas diferencias personales
     todas tienen algo en común
insisten en regresar a su frasco de vidrio - puntualmente
                a la medianoche
actitud que - confieso - produce inconvenientes de índole diversa

Con los años las arandelas y yo hemos aprendido a convivir
                  - sin embargo -
en estos días de calma aparente estoy recibiendo señales
                       - confusas señales
y un mal presentimiento me quita el sueño
Algo me indica que debo conseguir más frascos de vidrio
                             y buscar el modo
de separarlas - clasificarlas temáticamente
                         por vicio o virtud

Sí...
y antes de que suceda lo inevitable...


de Pruebas al canto y otros poemas,Ediciones Textos de Cartón , Córdoba , 2012

domingo, 1 de julio de 2012

LAURA LÓPEZ (BUENOS AIRES,1979)




Todas las mañanas del mundo



Todas la mañanas del mundo
veo estrellas sumergidas en el aire

Inhalo

con gran inteligencia inhalo
la estupidez más grande

Y canto

Toco poemas
despierto a nuestra figura
escucho escribo

Suena el teléfono

Sueño
que enloquecerás
a mi madre



Domingo a la noche



Miedo
a las horas
a las yemas del canto

miedo
a la hora

miedo que usa
que deja
tus dedos

Me puedo cuidar sola
pero no me sé cuidar
-Sos una nena,me dicen.

Son cosas de la edad


9 de julio



En la plaza
un megáfono aturde
el corazón de este pueblo

Movimientos resucitados
viviendas sin compromiso
alimento para palomas

Tabaco
único diálogo

Sentarse a esperar
agitando una bandera

Qudarse hasta que
 llegue la comida

Sentarse a esperar

Promesas



de Maremoto - En la cuchara de madera, Kiosko de Poesía, Buenos Aires, 2012