lunes, 30 de mayo de 2016

Gustavo Caso Rosendi ( Esquel,1962)




A Adriana Belvedere


Llego a casa.Estás en el suelo. Mientras te levanto me viene a la cabeza aquella vieja película de Sansón.

Lucías, Lucía, un vestido floreado.Tus uñas estaban pintadas con el tono de esas flores.Y el templo caía.
Te siento,te pongo un abrigo.Te paro;se hace tarde.
Caminamos con dificultad de siameses hacia el auto.
Abro la puerta y te siento.Quisiera tener el pelo largo como antes.Arrancamos.Recuerdo cuando me lo cortabas mientras lloraba rabioso,cada vez más débil.
Llegamos.Alguien nos alcanza una silla de ruedas.
Te levanto y te siento.Te siento.Esperamos.Nos atienden.
Hay que seguir ese pasillo y tomar el ascensor - siempre hay que seguir-.Te levanto y te acuesto en una camilla.
La máquina se mueve y hace extraños sonidos.
Vuelvo a levantare y a sentarte.
Tus milanesas fueron y serán, únicas. Iba a decirte esto,pero no digo nada.
Una fractura. Tenés una fractura en algún lugar,parece.
No necesita operación.Se cura sola,dijo el traumatólogo.
Pero yo no sé. Hace ya mucho tiempo que no sé.
Salimos.Te levanto y te siento.Vuelvo a hacer lo mismo hasta que regresamos a esa casa
que ya no es nuestro hogar.
te beso y me voy.

Acelero como si despegara un cohete.

Un ojo rojo me detiene.
Miro los álamos al costado del camino.
Un tren pasa detrás
aullando como un viejo lobo.




A Carlos Aprea



Estás deshidratada,me dicen.
Al lado de tu cama un fierro de esos
que sostienen al suero,pero sin suero,
está cuidándote.
Te riego como si fueras una planta.

¿Te acordás - me decís entre dientes-

aquel día en que viniste a casa con tu bolso
y no parabas de llorar?
- Sí,cómo olvidarlo. Puse mucho de mí
para salir de eso.De lo contrario tu ayuda
no hubiera servido para nada.
¿Pero,qué está poniendo vos, ahora?

Cuando arranco miro los árboles de la cuadra.

Verdes,muy verdes,sacudiéndose en el frío.
Ellos sí que saben arreglárselas.
La vida es tan sencilla,tan elemental,
tan poderosa en su pulsión.

Pulsión. Esa es la palabra que debería

haber colgado de ese fierro
para que se quede ahí con vos
todo lo que dure este domingo.



A Héctor Berenguer



El jacarandá que un día me diste 
ya tienen más de seis metros de alto.
¿Te acordás que era una plantita
de no más de diez centímetros?
No recuerdo muy bien cuántos años
hace de ese día en que vos, sonriendo,
lo pusiste entre mis manos.Pero me
acuerdo de que esa fue tu última sonrisa.
Un día voy a llevarte a casa
para que lo veas.Quizá en noviembre,
o diciembre,cuando se pone más lindo.
Vamos a mirar hacia arriba,los dos juntos.
Yo te voy a ayudar a mirar hacia arriba.
Y vas a verlo acunándose como un niño
en el regazo de una pollera celeste.
Porque por  algo fue que me diste
aquel jacarandá aquella vez.Algo que aún
no alcanzo a comprender bien del todo.
Solamente he aprendido que la belleza,
algún día,cae.Se va.Y que la flor fecundada
en esta especie,se torna dura;muy dura.
Como una boca semiabierta,reseca;
que no sabe muy bien qué decir.
Pero un día de estos,voy a traerte, mamá,
para que veas la inmensidad de lo que hiciste,
casi sin querer.

Allá arriba,buscando el sol,
está tu árbol,ahora.


de Lucía sin luz,Ediciones El Mono Armado,Buenos Aires,2016


martes, 3 de mayo de 2016

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE (BUENOS AIRES , 1927 - 1983)




Aclaración


Se trataba de obrar, no de importar. De pregonar los grandes poemas de todos los siglos,que ayudan a los hombres a vivir.Y de ensayar, si se tenía valor para ello,nuestro artefacto irremediable.Se trataba de simples hechos humanos,de recuperar,entre las relaciones jurídicas,un espacio sin condiciones para la amistad y el amor.
No se trata ni de nuestro rostro ni de nuestro nombre. Ni siquiera de dar un ejemplo,ni del bien ni del mal. Se trataba de cándidas aventuras a cuyo regreso aguardan los fiscales. No de ser uno el fiscal. Las máscaras, cuando se usaban,eran para la fiesta, no para la traición. Se trataba de vivir, no se trataba de escribir. Ahora está todo enrevesado, y los colegas abundan.
Esto es el fin.


 de Antología (1978) según la versión que figura en Obra Poética - Ediciones del Dock - Buenos Aires - 2015

domingo, 1 de mayo de 2016

MARÍA JULIA MAGISTRATTI (1976, AZUL, PCIA DE BUENOS AIRES)

Pegar la vuelta



Deberíamos volver a nuestros pueblos
con la bolsa de los mandados,la regadera,
el hongo de yeso
intactos.
Volver a pronunciar el nombre de un santo patrono,
sólo porque no tiene sortilegio
y sí en cambio,el horizonte abierto
y la memoria del olor de las casa de familia,
                                                                       nunca el mismo.

Oirás en el camino de regreso decir "allá eramos pobres"
y antes de que te acuerdes
ya tirante esta la costura en tus rodilla,aquello del vuelco de la infancia en bicicleta
y ya presiente a los trenes que llegan
tus oídos pegados a las vías.

Barro y piedra son las constelaciones reales,
sin límites
como la desigualdad y los opuestos.

El futuro devuelve las estampa de un anciano
correteado por los niños
y volando ropa de las cuerdas.

No hay remedio para los que bebieron del ombligo de una naranja.
Vivirán desesperados aquellos que descubrieron la división
del mudo
detrás de una ligustrina.
Y el tamaño de sus deseos irá en línea recta al horizontes
igual que las hormigas.

Si ya no reconoces las llaves con las que abría la puerta
de tu casa
deberíamos volver a nuestros pueblos
a encontrar
los tesoros que dejamos a merced de las gallinas.


Tormentas



Alguien suelta los alguaciles
y prueba la explosión  de los animales sobre parabrisas.
Tendrás que apurarte.
Hay tormentas que te seguirán corriendo de día en día
como una sombra.
Una vez oídas,tus células reaccionarán ante los mares
y a esos lagos que se incorporaron a tu tristeza como una saladura.

A la primera gota,salen los dados del cubilete
y las viejas cierran la canasta impura
ante que la lluvia se lleve el pozo
- cada casa en las noches de tormenta queda hueca -

Hay rayos que caen antes de llegar a tierra y son para siempre.

Nos quedamos quietos 
como si hubiéramos odiado mucho.


Las partes


Lleva una soga en la mano
y la soga lleva una vaca entristecida.
Todas las vacas del mundo están entristecidas.

Y si sucede la soga y la vaca,
también sucede el hombre,velado de un ojo,
cantado en la madrugada por los gallos.

El ojo que le falta soy yo que lo miro,
y todo mi cuerpo tiene presión de ojo,viaje de iris,
y me vuelvo absoluta
porque miro a un hombre,una soga y una vaca.

Siempre somos la parte que a otro le falta.

Alguien puede ser ahora las manos que he perdido;
mi mente soplada por vientos que también son de la tierra pero
que suceden adentro
y mi corazón.
Alguien que tenga un músculo puede ser mi corazón
que me sobra y me falta;
que de madrugada,cuando los gallos cantan,
se abisma
y acontece lejos su abeja entre las flores.

Alguien puede tener lo que nos falta.

Yo tengo ahora un deseo demasiado grande
que se vuelve
hombre,
soga
y vaca entristecida.

del libro Pueblo ,La Gran Nilson, Buenos Aires,2016