domingo, 1 de mayo de 2016

MARÍA JULIA MAGISTRATTI (1976, AZUL, PCIA DE BUENOS AIRES)

Pegar la vuelta



Deberíamos volver a nuestros pueblos
con la bolsa de los mandados,la regadera,
el hongo de yeso
intactos.
Volver a pronunciar el nombre de un santo patrono,
sólo porque no tiene sortilegio
y sí en cambio,el horizonte abierto
y la memoria del olor de las casa de familia,
                                                                       nunca el mismo.

Oirás en el camino de regreso decir "allá eramos pobres"
y antes de que te acuerdes
ya tirante esta la costura en tus rodilla,aquello del vuelco de la infancia en bicicleta
y ya presiente a los trenes que llegan
tus oídos pegados a las vías.

Barro y piedra son las constelaciones reales,
sin límites
como la desigualdad y los opuestos.

El futuro devuelve las estampa de un anciano
correteado por los niños
y volando ropa de las cuerdas.

No hay remedio para los que bebieron del ombligo de una naranja.
Vivirán desesperados aquellos que descubrieron la división
del mudo
detrás de una ligustrina.
Y el tamaño de sus deseos irá en línea recta al horizontes
igual que las hormigas.

Si ya no reconoces las llaves con las que abría la puerta
de tu casa
deberíamos volver a nuestros pueblos
a encontrar
los tesoros que dejamos a merced de las gallinas.


Tormentas



Alguien suelta los alguaciles
y prueba la explosión  de los animales sobre parabrisas.
Tendrás que apurarte.
Hay tormentas que te seguirán corriendo de día en día
como una sombra.
Una vez oídas,tus células reaccionarán ante los mares
y a esos lagos que se incorporaron a tu tristeza como una saladura.

A la primera gota,salen los dados del cubilete
y las viejas cierran la canasta impura
ante que la lluvia se lleve el pozo
- cada casa en las noches de tormenta queda hueca -

Hay rayos que caen antes de llegar a tierra y son para siempre.

Nos quedamos quietos 
como si hubiéramos odiado mucho.


Las partes


Lleva una soga en la mano
y la soga lleva una vaca entristecida.
Todas las vacas del mundo están entristecidas.

Y si sucede la soga y la vaca,
también sucede el hombre,velado de un ojo,
cantado en la madrugada por los gallos.

El ojo que le falta soy yo que lo miro,
y todo mi cuerpo tiene presión de ojo,viaje de iris,
y me vuelvo absoluta
porque miro a un hombre,una soga y una vaca.

Siempre somos la parte que a otro le falta.

Alguien puede ser ahora las manos que he perdido;
mi mente soplada por vientos que también son de la tierra pero
que suceden adentro
y mi corazón.
Alguien que tenga un músculo puede ser mi corazón
que me sobra y me falta;
que de madrugada,cuando los gallos cantan,
se abisma
y acontece lejos su abeja entre las flores.

Alguien puede tener lo que nos falta.

Yo tengo ahora un deseo demasiado grande
que se vuelve
hombre,
soga
y vaca entristecida.

del libro Pueblo ,La Gran Nilson, Buenos Aires,2016

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