TRES POEMAS DE SU LIBRO INÉDITO "FALLA EN EL INSTANTE PURO"
Aq y solo, hablando con nadie...
AH! LE POÉTE écrit pour le vide des cieux…
Pierre Jean Jouve
Aquí y solo, hablando con nadie.
Desde el follaje, el constante árbol sombrío.
El niño no se apiada y se extravía en el agua.
Se apaga, se cierra con su secreto.
Para la santidad basta con un silencio espeso.
Para matar basta con un color, ocre o bermejo.
Rodean la ciudad, la devastan e incendian.
Lo profundo se divide y la pesca no se inicia.
Recogerán pañuelos donde nada perdura.
Habrá, seguro, un ojo caído y un No entre llanto y sangre.
Un humo erróneo, sin fuego.
Un padre tallado en bronce, eterno e inmóvil.
Una cal de la China, un siglo sin tu sexo.
El arco se tensa, la flecha se parte.
Se rompe la respuesta contra el metal del eco.
El corazón es inhábil, todo pájaro naufraga.
Un vacío al que sólo acuden el tiempo y los motores.
Un lenguaje al que tal vez sólo yo conozca.
O conozcan ciertos y raros animales, los muertos.
Algo equivoca el paso, resbala, cae…
Algo equivoca el paso, resbala, cae.
En el inútil ornamento de la ruina.
En el jirón que deja el reflejo en su huida.
En el compás en su brutal declinar.
En el apretado tejido que ahora se desmaya.
En el ámbar del cual, por el tajo recién abierto,
huye el insecto. En lo flamante incierto, infuso.
El mal se ubica, presuroso, en el futuro.
¿Con qué fármaco conjurarlo?
¿Con qué rito, argucia?
¿Cómo arañar siquiera esa esfera
en cuyo centro se concentran las preguntas,
cada una con su espesor, su potencia?
Buenos Aires, 9 y 10 de febrero, 2012
¿Quién tapió el jardín..?
¿Quién tapió el jardín,
poseyó hasta hacer cenizas
aquello que debía fluir,
transfigurarse, hablar en lenguas?
Cada animal diurno y nocturno
toma conciencia del frágil peso de su deseo,
de la potencia de la peste,
de lo inútil que es lavarse
en madrigueras asentadas en lodo.
Y tañe dios impío, polvo.
poseyó hasta hacer cenizas
aquello que debía fluir,
transfigurarse, hablar en lenguas?
Cada animal diurno y nocturno
toma conciencia del frágil peso de su deseo,
de la potencia de la peste,
de lo inútil que es lavarse
en madrigueras asentadas en lodo.
Y tañe dios impío, polvo.
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