Del libro La
falta de habla (2006, inédito)
I
6
mujeres atando
bolsas, haciéndoles nudos gruesos:
de golpe se
acuerdan de algo
el anciano
cuelga su bicicleta embarrada
en la pared de
la cocina
de qué
hombre que vaga
por los alrededores
hasta bien
anochecido
hombre
enterrado hace años bajo una quinta
de choclos: por
su osamenta pasaron las sombras
y los olores
y una cara
hombre que vaga
en bicicleta
mujeres que
cuelgan bolsas en la pared
de la cocina
de qué se
acordaron
caras como
sombras sonrientes
pasamos por
superficies de huesos
pasamos sobre
platos pisos camas pasto
las naranjas
cuelgan como gritos
anaranjados
redondos, de una pared
en un patio
en el atardecer
9
a Agustina
alejarse de la
casa en que una niña
salta a la soga
invitados a
estar una vez más sobre la tierra
curva
el horario de
los colectivos, cambiando
la hora de la
cena en la cocina, siguiendo
el hacer jugo
de manzanas o peras, continuando
somos caras que
pasan circunstancialmente
por delicados
huesos anónimos
caras que pasan
por otras caras, sonrisas
debajo de los
árboles
como el hombre
y su hijo, alejarse
de la casa en
que una niña salta a la soga
las bolsas de
nylon crujen, prendidas
de los
alambrados
los guanacos
amarillos o rojos pasan como sombras
por el cañadón
blanquecino
el colectivo
avanza, sombra amarilla, en el calor
de la avenida
vacía
la niña salta a
la soga y
se repite
16
de dónde vamos
a sacar las fuerzas necesarias
los hombres
sentados al borde de la ruta
con sus palas
corazón de mangos largos
cruza el aire
la flota de aviones
que calla los
ruidos de la mente
los pulóveres
de mangas largas son demasiado
pesados
enTrelew no hay
hospital de tuberculosos
enTrelew no hay
hospitales de me – cuesta – respirar
en invierno los
pájaros huyen
pasa un tractor
a la madrugada, qué hace un tractor
tan tarde
y tan temprano
qué vamos a
hacer con el cansancio
al atardecer
salen las chicas de los comercios
a fumar en la
vereda
cruza la
avenida una caravana de coches de no – pienso
el viento trae
piedras a la madrugada
alguien lame
una herida en un patio
un hombre con
brazos de manguera
demasiado
pesados
para él
Del libro Viajante de comercio (2004 – 2005,
inédito)
I
1
Y este vidrio está sucio con qué
lo limpio ah está el pullover azul
pingüino no es lo mejor pero
por lo menos puedo ver qué veo
en el tierral
ahora un trago y seguimos adelante
señor que algún lado llegaremos
mientras haya nafta comiendo tierra
con los dientes afilándose alrededor
de la lengua contraída adentro de
mi maxilar de mono solitario mono
en medio del tierral en una vieja
chevrolet por supuesto y hay que
entrar a los pueblos de barro con chicos
gritones y gallinas colgando de alambres
para los enfermos sangre para la sopa
caldo gordo y colcha y a dormir
medallones de grasa en la barbilla
de los que sufren, cuyos ojos son
los únicos que no duermen en la planicie.
2
Las chicas de las tiendas de la calle principal
salen a patear el hielo enfundadas en los
sobretodos, pálidas como estómagos con los ojos
rasgados por el frío del primer mediodía blanco
sus cuerpos tiemblan de risa de bijouterie
de angustia, claro que no estarán nunca
envueltas en piel de animales salvajes o de
yetis y no mirarán hogueras demasiado grandes
ni tampoco comerán la carne quemada de los
niños – elefante
pero saben puntear el hielo con las botas y
mirar el fondo de la calle a la espera del rubio
mientras pasan rujiendo ebrios los muchachones
delbuick y alguien manosea a alguien en algún
callejón escondido, entre unas tablas, mientras
nadie sabe la paz con que ha cerrado los ojos una vieja
con el cuello envuelto por el pescado frío de la
muerte.
3
Y por qué será que estamos volando con Bettina
la linda a cincuenta centímetros del pedregullo
y vamos con rumbo a los galpones del sector
norte, los ladridos esos vienen del cielo o es que
nuestros cuerpos reverberan como campanas, o resonamos
con el cielo donde ladran los dioses, pesados
aún con el estómago lleno de carne el sueño
del enorme cangrejo rojo en el tambor, la luz
fría de los focos de la calle no pertenece
al dormir o después cuando flotamos sobre
las matas de las canteras lentos siguiendo
el cuerpo filamentoso de unas nubes en el cielo
oscuro nuestras sombras luminosas allá nosotros
con el estómago pesado de cangrejos, la luz
de los focos de la calle no pertenece es el
dormir, entre unos yuyos en la oscuridad de
la noche merodea una mariposa blanca.
4
Por cada pueblo que paso encuentro a la mujer
joven de pelo blanco sentada a la barra con el vaso
alto, algún líquido violeta fosforescente,
que dice que lleva el dios adentro y sonríe
con unos dientes largos marrones de tabaco
negro, dice que siente el peso del dios
adentro y traga el líquido violeta el dios
se lleva como un pedazo de carne difícil
de digerir yo pido lo de siempre al
mismo barman que ya sabe que voy a
pedir lo de siempre y me lo tiene
servido antes de que lo pida pasa
a veces El violinista por la calle y mira
de soslayo, entornando sus ojos blancos, a la
mujer del dios la mirada más pura no
podrá evitar el dolor igual seremos sus
huéspedes y en algún momento saldrá de las
entrañas la gran tenia con ojos humanos,
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