Elucubraciones en la sala de espera DE UN
LABORATORIO DE ANÁLISIS DE ALTA COMPLEJIDAD
Subo el volumen de Juana Molina (esperando a
que me saquen sangre) porque no quiero escuchar a la señora que lee la biblia.
Puedo pasar semanas enteras sin pensar en la enfermedad
de nombre denso; todavía no tengo esa suerte con él.
Hay 50 personas que van a entregar su sangre
antes que yo, ninguno tiene una mueca de esperanza.
Es muy fácil pensar en vos en la sala de espera
de un laboratorio.
Qué bien le queda la sonrisa a las señoras de
40 años.
El chico lindo que también espera me miró,
sostuvo un poco la mirada, parece de las personas que mira sin activar el
simpático. Tiene semblante de turbado, de detenido, su papá está sentado detrás
de él (también preocupado) y no se hablan. ¿Estará enfermo el chico lindo?
La señora sigue leyendo a los gritos la biblia
(se la lee a una amiga comedida que la acompaño).
Me vuelve el insomnio de anoche, y el llanto desconsolado
de mi amiga.
Alta complejidad es todo lo que se siente antes
de abrir un sobre de esos que entregan acá.
Los ganglios no pueden ser de los malos.
Yo pienso con el cuerpo sin cabeza.
Pasaron los 50 tristes, es mi turno.
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“Se aprende la distancia
sólo haciendo el recorrido”
lo dijo mientras sus dedos
aceitaban las cuerdas
Anoche quise aprender
de distancias sin recorrerlas
hasta vos y tu única cerveza
Desafiné tanto.
Me despidió y dijo
“uno debe volver a los lugares
que le hacen bien”
No te vi nunca más.
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Los viejos de las Tipas juegan al ajedrez
fuman parliament con algunos tiritos de salbutamol
parece que no extrañan a nadie
Me quedo cerca por si me cuentan el secreto
Estos poemas eran inéditos
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