NI PERRO QUE VIGILE MI CASA
Primero, murió mi padre.
Después, murió mi madre.
(Antes habían muerto mis cuatro abuelos.)
Más adelante , murieron el médico,
que me curaba los resfríos,
y el cura, que me eximía de los pecados.
Finalmente, murieron los poetas que tanto amaba
mis viejos maestros en el arte oscuro.
No tengo esposa, tampoco tengo hijos
ni perro que vigile mi casa en soledad
(el último perro que tuve murió sin avisarme).
Cuando era chico,un ángel de yeso
sabía velar por mí desde la hornacina,
pero me lo incautó la jerarquía eclesiástica.
Ahora yo soy mi propio dios
y me invoco a mí mismo.
de El fin ya tuvo lugar, Editorial Hespérides, La Plata, Provincia de Buenos Aires , 2012
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