La forma de tus manos
todavía es demasiado pronto para hablar
sobre tu ausencia
aún cuando los árboles se hayan
inclinado
hacia su sombra
incontables veces
que se haya lacrado el idioma con que te entendías
con el mundo
no me resisto a tus cenizas
a la porosa desnudez de tus huesos
a tus extrañas manos desliadas
de cada objeto
pero reconstruirte
esforzarnos en los detalles
con tu modo de exhalar el humo del cigarro
o de sentarte
es un esfuerzo inútil
es muy pronto para tallar tu corazón en mármol
para dejarte a la deriva en la memoria
siempre se adelantan otros muertos
otros rasgos
quizás más urgentes
sucede que ahora mi vida se aja
y recobra
o intenta recobrar
aguas lejanísimas
voces
cosas realmente sepultadas bajo tantos años
no contradigo tu carne disputada
tu sobrenombre flotando entre la niebla de los años
como un madero
sobre el que nadie sobrevive
o que jamás reverdece
no
sólo quiero decir que el mundo todavía tienen la forma de tus manos.
No se pretenda otra cosa
alguien baja las escaleras
levanta
y baja
uno y otro pie
pienso que sobre ese mármol no se escribirán epitafios
y que las huellas se acumulan
en el desgaste de los bordes
en lo que se rompe
sin estruendo
pienso
en lo que comienza a resquebrajarse
de un modo
imperceptible
pienso
digo
huellas
digo las desgastadas cosas por sobre las que pasan
manos
otros cuerpos
en el roce de todo con todo
pienso
en la lengua que raspa lo que nombra
en que nadie pretenda más que polvo
de este mundo.
La memoria del mundo
cada palabra que traemos al mundo
muere en el mundo
y suelta
acaso
la luz
un perro
una bicicleta oxidada
deja de sí
una estela de animal que se arrastró
hasta
vaciarse
con nuestro horror ante la muerte
cabe preguntarse
si el mundo
es algo más
que un enorme osario de cosas dichas
que se sueñan que se dicen
si nosotros mismos no somos más que un compendio de fantasmas
reunido en torno a una memoria
prodigiosa
que pregunta
por ella misma
de los metales terrestres - añosluz - Buenos Aires - 1915
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