martes, 27 de enero de 2015

ANTONIO MORO (CÓRDOBA,1955)



XVI


El juego de ponerse límites a sí mismos
es uno de los placeres secretos de la vida,
dijo Chesterton

y recordé mis renuncias que eludieron
las opciones de repetir sólo comodidad,
recordé las sensaciones inconclusas
musitadas en el sueño como una pesadilla
que no puede reunir el cuerpo del despojo,

recorrí mi camino,me extravié
en los cantos de frontera
cuando el mar aleja,acerca
piedras preciosas, zapatos viejos,
un pedazo de remo,

sentí que lo quitado
lo ido de mis días era aquello
que habla de un límite

la muerte prematura de lo inmaduro
girando en el huso
con la arcilla de los días.

Alfarero,no olvides las grietas
del barro horneado sin pasión.


XIX

A Leopoldo Marechal



                ¿Cuándo apagar la luz
equivale a dejar de ver?
¿y encenderla pronunciarse por la llama?

¿La amarra se fortalece con esto?
¿Así devienen la añoranza en apego?

Los nudos que tienen vida
¿al desatarlos,
se alimentan con la fuerza del amor?

Cuando la luz cae en la sombra
aquieta su trabajo,recuerda,
los ápices de su inspiración,nutre
el pulso original de noches y días.

Cuando se enciende
fluye en los bailarines la destreza
  y la oración dedica sus brazos al sol
con una paciencia que los colma.

Unión de la luz e iluminado
uno y otro creador y creado
                                        contemplan
el cable de la amarra y en su extremo
el imperativo de evitarla
como la instrucción
de un dios perfecto,pero pueril.

¿No deberíamos pensar que sólo un dios
añora desprenderse de las amarras?
Tal vez la añoranza sea ese río
donde no importa el color del velamen
ya que el retorno conduce a una casa
abierta a la existencia de los mundos.

¿Será que amor no abandona
sus ciervos perdidos en la oscuridad?


XXIV


Padre,
vos que venís del aire,
memoria del tiempo y canto del benteveo,
mientras doy vueltas bajo el olivo
que podaste una tarde,

te pido
que cuando busque una mirada
no me miren como a un expósito
porque si bien he ayunado muchas veces
lo hice por el placer de la resistencia,

que cuando tienda mis brazos
no me abracen más que a los comunes
porque en mis alforjas
guardo tan sólo papeles,

y cuando quiera hablar
no me escuchen repetir algún credo
que esta boca no simule su ignorancia. 



de Otra sombra en el árbol - Ediciones Letras y Bibliotecas Córdoba - Córdoba- 2013






3 comentarios:

  1. Hola Ale
    gracias por la publicación de los poemas, elegiste justamente los que fueron muy significativos para mí a la hora del ordenamiento y el último fue el que me decidió a publicar el libro.
    gracias Ale por tu voluntad inigualable en la difusión de la poesía, como hermano mayor en este destino de la palabra, sigo admirando tu entrega, ya que apenas he dado algunas páginas a este mundo de polvo y ensañamiento, donde la ingratitud duele menos que la discordia y la oscura venganza de tantos o la perversa manía de inventar juicios que deje al otro en el lugar del humillado, cuando no deviene en un cádaver que deja huérfanos.
    Ale, gracias por tu poesía luminosa.

    El mail con sede en hotmail dalo de baja. No me llego tu mensaje por esa vía. Vine a tu blog y aquí también leí a Artola y su vocación de no disimular la crispación que nos sigue hasta el espejo.
    Gracias !
    Te envío estas palabras a radamanto@arnet.com.ar
    pero tal vez ya no usés ese mail.
    un abrazo
    Cacho

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Disculpá, lo borre´ porque se repitió.

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