TRÍPTICO
I
Nunca
supiste cuánto me querías,
a
veces más, a veces menos, ni
cero
ni mil, la cifra no era exacta,
y te faltaban
dedos en las manos
para
sumar con la derecha
lo
que restabas con la izquierda: tres,
dos,
uno… todo ese tiempo ya negado
a mí
desde el principio.
O, quizás,
algo
menos dramático: la forma
variable
de tu firma en los papeles,
las
fotos de tus hijos, los zapatos
de
fiesta que debías devolverle
a una
amiga… ¿Contaste alguna vez
mis
regalos casuales? No, no creo.
Si el
día en que volvimos a juntarnos
no
recordabas mi segundo nombre,
menos
recordarías ese buzo
violeta
que te di en el invierno
del
único año que me importa.
¿Fechas?
Tengo
más fechas, claro, pero elijo
una
imagen: tu cara, tan hermosa
en la
foto guardada en un archivo
de
Google que me duele cada vez
que
la miro, tu cara, y con tu cara
todo
lo que me falta de tu cuerpo
en la
mitad injusta de mi cuerpo
(idea
que Platón pone en la boca
de un
cómico).
Termino,
ya termino,
sólo
quiero pedirte que digamos
los
dos juntos la cuenta regresiva,
por
favor, desde cien mil hasta cero,
no en
voz alta, callados, sin pensar,
como
si alguien contara por nosotros,
tan
lentamente que, según mis cálculos,
podríamos
tardar un día y tres
horas.
¿Es mucho? Bueno, negociemos.
¿Un
solo día? Nada más te exijo:
un
solo día y borro este poema
para
siempre.
II
¿Puedo
insistir ahora que ha pasado
mi
turno y ya ninguno de los tres
deseos
que pedí aquella noche
me
será concedido? Vos estabas
conmigo
y viste ¿no? la misma estrella
que
trazaba una curva luminosa
en el
fondo del cielo; pero es obvio
que
pediste otra cosa, ser más libre
que
yo, no someterte a la ambición
que
me negaba y me volvía estúpido,
fanático,
insensible al esplendor
de lo
que no requiere ningún plazo
para
dar todo lo que puede dar
y
cumplirse en sí mismo. Hoy al revés
cuento
los días (viernes, jueves, miércoles,
martes,
lunes) en busca de la fecha
exacta
que revierta mis recuerdos
y los
conduzca en dirección opuesta,
desde
el final hasta el principio, sólo
para
verte otra vez tal como eras
antes
de que escucharas mis deseos .
III
I
may have made it rain
Britney Spears
Es la
primera vez que te lo pido
y es
la última: volvé, volvé, por Dios
volvé,
que lejos ya estuviste, vamos,
llegó
mi hora de ver tu cara todos
los
días y de hablarte y de comer
sobre
la misma mesa el mismo plato.
¿Te
espero con un vaso de campari,
hielo
y naranja o preferís un vino
rosado?
Hice lugar para tu ropa
en
los armarios y dejé pagado
un
mes el alquiler de la cochera
para
tu auto. Volvé. No te lo pido,
te lo
ordeno: volvé. ¿Sentís el aire?
¿Ves
las nubes? Se viene una tormenta
no
anticipada por los noticieros
meteorológicos:
habrá granizo,
cortes
de luz, inundaciones, ramas
caídas
en las calles y algún muerto
no
reclamado por sus familiares.
Tal
vez no sea el modo más gentil
de
decirte que el tiempo, el señor tiempo,
se ha
puesto de mi lado y con mi voz
te
exige lo que yo te exijo ahora:
tu
inmediata presencia…Bien, entonces,
¿voy
sirviendo un vaso de campari?
estos poemas pertenecen al libro inédito Ensayos de voz
No hay comentarios:
Publicar un comentario