Monasterio
roto
el demonio
que se me presenta
tiene los
maxilares bajos
las uñas
con que raspa
iluminan
mis heridas
la sangre
es una canción ausente
el demonio
que se me presenta
es afín al
cristianismo
ha
aprendido todas sus mañas
y lima el
hueso
con que
adoctrina a los súbditos
los jóvenes
vírgenes le chupan los cuernos
los
sacerdotes mundanos le adornan el altar
los monjes
recluidos llenan su copa más negra
el demonio
que se me aparece
cruza el
espanto de la noche tan urbana
se caga en
los mendigos
y despierta
a los alumnos
se toma de
un sorbo
toda la
mugre
que en la
esquina ha dejado la tormenta
estoy en un
monasterio roto
que por
todos los bordes
hace sonar
campanas anunciando la muerte
el demonio
de un salto se cuelga en ellas
balancea el
cuerpo en los aires pútridos de la ciudad
va de
campana en campana
lustrando
el rostro de la decencia.
Paseo
voy al
gallinero
cruzo la
parte larga del patio
el guadal
a un
costado
una
heladera abandonada
es la
máquina del tiempo
para los
niños que juegan cerca,
incluso
para mí
la heladera
abandonada
es un
monstruo hermoso
también la
balanza oxidada de dos platos
que
llenamos de naranjas podridas
hay cosas
como esas en los patios de este pueblo
cosas que
en la infancia
cobran una
importancia especial
voy al
gallinero
cruzo la
parte larga del patio
el guadal
a un
costado
una zanja
angosta
una azada
apoyada en la pared del lavadero
que a veces
usamos para ayudarnos a caminar
imitando
algo que nunca vimos
la azada
rompe los terrones
la gramilla
se abre a los lados
como las
alas dóciles de un animal muerto
voy al
gallinero
cruzo la
parte larga del patio
el guadal
creo que
los huevos van a estar tibios
pero no
están fríos
y suaves
las
gallinas inclinan repetitivas las crestas
picando el
suelo de tierra
algunas
plumas cortas y felpudas
dan vueltas
en diferentes momentos
las mueve
una brisa
que yo no
siento
me asomo al
final del patio
un alambre
separa el terreno
y allá, más
lejos, veo a unos varones
uno tiene
una remera blanca y se ríe
otro trepa
a un árbol y no mira
vuelvo a
tocar los huevos
siguen
fríos y suaves
las
gallinas me parecen tontas ahora que las veo
pero apenas
puedo espantarlas
un miedo
ancestral me distancia
se alteran
un poco y agitan la tierra
sube el
guadal
me pican
los ojos
les tiro
una piedra o una patada, no sé,
meto los
huevos en un bowl de plástico
que es
hondo
también
está frío
pero los
huevos más
los pongo
despacio para que no se rompan
esquivo a
las gallinas
que repiten
su movimiento de cresta al suelo
abro la
puerta de tejido que rodea el corral y salgo
cruzo otra
vez la parte larga del patio
el guadal
el día está
caliente y seco
la heladera
la balanza la azada las naranjas podridas
cruzo todo
y no hablo
porque no hay con quien
pero ahora
escribo
que todo
eso que cruzo
todo lo que
mantiene oscilando
las
sensaciones calientes
no es más
que el patio de una casa de pueblo
un terreno
vasto que habita en la memoria
algo
extenso
que es
sagrado
porque lo
cubre la estrella de la siesta
y abunda en
la palabra.
2001. La
democracia neoliberal
como los
últimos bombones de la caja:
se ha
perdido el entusiasmo
y la
posibilidad de elegir.
Inéditos
Qué lindos poemas seleccionaste Alejandro!
ResponderEliminar"Paseo" me llevó a mi infancia en la casa de mis abuelos...extraño esa parte de mi niñez