En los nubarrones vi un albatros.
Luego en el barco vi donde el albatros caería.
No pude ver al poeta,
escuché lo intransferible,
como cuando me aterran
arboledas oscuras
quemadas
por el azul de la noche.
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En la luz éramos perfectos.
Llegaban a nuestro mundo los sonidos
amortiguados por el agua.
El anciano
con los ojos de tiburón,
bebía despacio,cerveza caliente
mientras leía en los cortes del cráneo
la suerte del difunto.
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Después del silencio,
mientras la mujer y el niño
caminan entre los corales,
un centenar de rayas con sus colas eléctricas
azotan la mañana.
Vuelan como han nadado en la profundidad de la nada,
donde no llega el canto de los cisnes.
Llevan en sus vientres los huevos negros de la vida
y sueñan con arrojarlos sobre la torre.
de hospital, Ediciones Cartografías, Río Cuarto, Provincia de Córdoba, 2012
Hola, Alejandro. Llegué hasta aquí por absoluta casualidad, pero me gusta el título del blog y el variado contenido.
ResponderEliminarTe sigo, con tu permiso.
Un abrazo.
HD
Bien por Marcelo y los muchachos de Cartografía.
ResponderEliminarUn saludo, Alejandro.