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Las variaciones del mundo
La realidad se revela en el fondo del desierto
Jean Klein
Todo nace y muere en mí.
No hay nada que quitar, nada que añadir:
lo Real yace detrás del velo de las horas.
Todo nace y muere en mí.
Ahora voy hacia ninguna parte,
dejo que las cosas se aproximen.
No tengo nombre ni memoria.
Me inclino sobre la última imagen
y veo lo que sucede alrededor.
El viento arrastra papeles,palabras,objetos,
las infinitas variaciones del mundo.
Nada es real.
Sí,en este silencio
me deslizo como una forma sin cuerpo.
No quiero asirme a ningún gesto.
Ahora suelto las manos del tiempo
y voy hacia lo que está del otro lado.
Escucho lejanas melodías.
Porque se fugaron las categorías
y ya nadie designa o señala o califica.
Nadie dice esto es una piedra,un animal
un hombre,un alma que transita
de cuerpo en cuerpo,en luz,en superficie.
Nadie dice esto es un fulgor,un pájaro,
el vientre oculto de las cosas.
Ya nadie nombra,nadie.
En esta curva
la palabra no tiene peso,
consistencia.
Por eso
salgo a ver afuera
aquello que palpita adentro.
Intento decir lo esencial
deletrear el invisible alfabeto de los ciegos.
Pero es inútil,otra vez
el discurso se fragmenta.
Y avanzo a tientas,
asido apenas a un color,
a un ademán del viento.
Aquí nada conjuga con nada :
se cayeron los nombres y los signos.
Y sólo queda un resplandor,
el armazón deshilachado de los días.
No tengo hacia dónde ir.
Me quedo quieto y espero
el golpe y la caída.
No tengo hacia donde ir.
En esta orilla
me abro a la espiral continua de los sueños.
Y veo pasar los números, las letras,
las últimas banderas.
Soy un testigo.
Me quedo quieto y contemplo
la incesante sucesión.
Avanzo y retrocedo:
suelto las manos y los pies,
abro las piernas del lenguaje.
Y observo lo que está del otro lado,
aquello que tiembla,que tiembla y sangra.
Escribo en los márgenes,
en la fisura de los días.
Y alzo las manos
mi corazón sin sombra.
En este mundo
nada puede ser alcanzado,
perseguido.
No hay nada que encontrar.
La flecha se convierte en círculo.
El menor gesto,
el menor movimiento nos aleja.
Por eso
hay que pararse en ese intervalo,
en ese espacio en blanco entre las letras.
Y no hay separación
estallaron las formas y las letras.
Nada es real.
Ahora puedo ver más allá del lenguaje
ese Lugar o Corazón o Templo.
Útero del mundo.Oscura matriz de lo posible.
Sé que un día despertaré en una observación
completamete desnuda,completamente virgen.
Escribo como quien salta o o juega o ríe o canta.
El poema apunta hacia lo que está detrás,
hacia lo vacío.
Lo que desvela se oculta entre la sílabas.
Entonces,
quedarse quieto,vivir en soledad.
Y entregarse a lo que viene,
a lo que huye y salta.
Sí, hay que observar las señales
que dejan las horas en los cuerpos.
Escribo en los pliegues del paisaje.
Me aproximo a un lugar fuera del espacio y del
tiempo.A una zona de lucidez y silencio.
Al corazón azul del poema.
Uno a uno
dentro del Pozo caen
los colores del Reino.
Las voces del aire me dijeron :
Hay un Jardín más allá del vocablo.Hay un Jardín
que es un Desierto.Hay un Desierto que es un Mar.
Hay un Mar,un Jardín,un Desierto.
Camino sobre las Aguas.
Voy hacia donde caen las últimas banderas,
hacia donde brillan las piedras y cantan
las perdidas voces del Cielo.
No tengo peso ya.
de Las variaciones del mundo, Ediciones El Mono Armado,Buenos Aires,2010.
Gracias por compartirlo, Alejandro. Saludos.
ResponderEliminarDentro de una fantasía musical,
ResponderEliminarde mariposas brotando en flores
como tejidos carnales de esperanzas rotas,
alboroto alado de aromas almizcle
y palabras largas sin vocales
se derrama nostalgia en borbotones de caricias violeta,
torrentes de colores azules por las tiernas colinas
del valle que nutre de ambrosía rosicler caliente
la fuente lacrimosa...
Crece en mi habitación
con el silencio y la velocidad constante
de una fuga de gas
como algo erróneo peligroso e inflamable
lentamente
como un latido tarda en llenarse de sangre
para dar impulso a otro nuevo latido,
alborotando olas de púrpura piano,
y yo que no se qué decir
me quedo quieto como una hoja
como un pescado el día de la boda
in artículo mortis
muriéndo-
me
muy lentamente
colgando aún hilos de sedal en la boca
a la vez
pescador y pez...
Acto de redención absoluto
dulce muerte, dulzura,
en la soledad más inquietante
la caja se llenará de gusanos
y luego, tierra....
Mientras,
las golondrinas
dibujan en la dorada atmósfera de la tarde
una locura más grande
donde cabe toda la infancia
y las cosas de los mayores,
el viento se ha vuelto promiscuo y obsceno,
el viento
acecha la ropa tendida
de los tejados
le quita las pinzas y la arrastra por el suelo,
lejos me anima con su hocico
a no detenerme
antes de encontrar una fuente de agua
mientras me susurra al oído
que mis lágrimas
no alimentarán este mar lo suficiente
para que un pescador pueda llegar a rescatarnos.
Al detenerme he encontrado un lugar
donde las miserias
se detienen a gozar
en la carne
y el tiempo detenido a contemplarse
atusado por la brisa de las enfermedades.
Pero en mi vida nada ha participado nunca por entero
de ninguna idea pensada por el hombre
para la bondad,
ya de niño
latían complacientes en mi carne almohadonada
los alientos de esta fatalidad.
La incerteza, sin embargo, no proviene tanto
del hecho absolutamente intrascendente
en que se ha convertido hoy el babilón alarde excretor
y su higiene,
como de la resbaladiza y elusiva transparencia gelatina marina
que al igual que una sardina al sol
parece haberse deshidratado bajo esta luz de neón,
cultivando en mi entorno
una fabulosa cosecha de objetos cadáver
de líneas fauve y colores kandinsky.
A mí no me importa
no me duele
si necesito limón
me retuerzo el brazo izquierdo sobre la copa
y obtengo zumo,
no es limón
pero es ácido.
-¿Qué?.
-Que la verdura me aburre,
los humanos antro-
pofagia.
En el sosiego de esta noche clara y calma,
acaricia mi pecho un ángel.