Berlín, andén 17
La niebla,
oscura, como las fauces de los perros
coléricos,
fría, como los fusiles de los guardias
inquietos,
envolvió todo.
Parecía una pesadilla:
gritos, llantos, abrazos desesperados
bruscamente desatados...
Pero no fue un sueño atroz:
el tren se detuvo y su negra boca devoró
familias enteras...
Hoy, cuando otras intolerancias nos distraen,
un puñado de piedras lava las culpas.
de Los rostros de la intolerancia y otros poemas - Alción -Córdoba - 2018
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