miércoles, 22 de febrero de 2012

GRACIELA CROS (CARLOS CASARES,PROVINCIA DE BUENOS AIRES,)



SIETE ÁNGELES ESPAÑOLES


1. Llega a mi casa y trae lo que yo espero de otro. A medias le permito mi boca, mi cuello, mi cintura. Su cuerpo se apasiona con el mío. Lo dejo hacer sin oponer resistencia mientras veo por la ventana qué bello está el jardín.

2. Trae lo que no aguardo. Sin preguntar por mis expectativas se limita a entregar lo que tiene para mí reservado. Yo recuerdo historias sin lógica, argumentos de cine y lo abrazo para bailar Siete ángeles españoles en puntas de pie.

3. De este hombre no necesito defenderme. Admito que me complace su cuidado. Con devoción se ocupa de mi sed sin prometer que lo hará mañana. Hago lo mismo con el jardín en estos días de verano.

4. Sin embargo, no sé si lo conozco suficiente. Él se empeña en mostrar uno que sospecho no es para el resto –digamos, lo que está fuera del jardín y la casa- donde yo no soy la que es para el resto.

5. Aprendí a confiar en este hombre. También he aprendido a no saber que espero su llegada. De este modo, cuando viene se parece a la lluvia que nutre el jardín sin dar aviso. Las cosas que me depara no son las previsibles. Hay páginas en blanco entre nosotros. El nudo que nos ata no se ve.

6. Hay palabras que este hombre no dice. Yo leo el silencio y tampoco las digo. Sabemos en qué moneda cobra lo no dicho. Mientras tanto en el jardín las plantas florecen, se marchitan. Hablo de él cuando callo.

7. Este hombre viene a ofrecer lo que yo espero de otro. ¿Lo que me trae a alguien se lo quita? ¿Lo que me es negado en alguien se acumula? Yo recibo de uno, ansío de otro y no sé qué hacer. Sola, en casa, mirando el jardín, escribo para entender.


De “Hacer la de Elvis/Re-escrituras”, Editorial CILC, 2009.



EL TÉ




Cuando Marianne y su madre /Mrs. Moore/ conversan
a través del vapor que se alza de las tazas
algo liviano se instala en el cuadro
por momentos
doméstico

Hablan
como si lo que dicen
antes hubiera sido escrito

Tendremos que salir bajo el paraguas de nuestro contagio” / propone la anciana
y Miss Moore la consiente
entre cortos suspiros

Mis hijas entran
y escucho sus voces
incorporándose a la escena:

No te olvides que un hombre debe ser leído
 Hay que leerlo / no sólo escucharlo
 Su voz no siempre es su palabra”
responde una a la otra 
y advierto que hablan
como si lo que dicen 
antes
hubiera sido escrito.



De “Libro de Boock”, Ediciones en Danza, Bs. As., 2004.



UN LEÓN EN LA NIEVE



Escribe sobre la mesa de la cocina
en un cuaderno de tapas duras
forrado de rojo.

Anota la fecha
sobre el margen izquierdo
y después cosas como:

Llevar 2 bolsas de cemento a la obra Castelar.
Pagué 200$ a Varela por adelanto del revoque fino.
Vecino: anoche estuve a punto de matarlo.

Es mi padre.

Escribe pero no hace literatura.

Su estilo se remite al registro del caos.

Es mi padre.

Narra sus transacciones con el mundo.


De “La Cuna de Newton”, Ediciones en Danza, 2007.



TEMPORADA DE PÉRDIDAS


El jardinero me avisa que
en la canilla del jardín
hay una rotura
y corre un chorro de agua desde hace días,
que a fin de mes
me va a llegar una factura de locos.
Le agradezco y le cuento que también
pierde
el depósito del baño
y que el tanque intermediario no funciona
y hay un goteo continuo en la conexión,
que, sin duda, cuando vean el medidor
los de la junta vecinal que provee el agua
me van a arrancar la cabeza.
Por mantener la conversación
en un estado cordial
le digo sin pensar:
es mi temporada de pérdidas
y después me doy cuenta de lo dicho
pero de la muerte llevándote, nada,
nada puedo decir.


De “Mansilla”, Ediciones en Danza, 2010.

martes, 21 de febrero de 2012

TRES POEMAS INÉDITOS DE JORGE YAKONCICK


 

CANTO ROBADO


Ruedan como cuentas de rosario
que circulan
amoldadas a los dedos
al narcótico de una salmodia iterativa
Un cálculo sencillo
elemental
Una piedra arrojada en el estanque
que irradia, difuminando ondas
ausentadas de la orilla
para aquietar su evanescencia
Una cuenta que libra de pecado
que se ajusta
al insatisfecho balance que sostiene la razón
descargando sin cuidado
aperturas, dones, hechos, recaídas
Así
calan el afecto
cantan cuesta abajo
vislumbrando una salida
un camino que ande nuestros pies
que se haga pérdida, pedido
palabra desgastada
por la lengua que percute
contra dientes, mucosas, paladares
que resume a cuenta gotas
tamborileando sus acentos danzarines
como un coro de moscas
que vuela circundando la existencia.



SIRENA



Escuchás bien, para nosotros canta
la sirena. Sí, canta para vos
como canta para mí. Nos seduce,
nos atrae con engaños y muestra
su ferocidad justo en el momento
vulnerable de la entrega. ¿Sí? ¿Pero
acaso no es la excusa del naufragio
lo que escuchamos tristes en el eco
de la voz en que nos desconocemos?
Escuchá, para nosotros cantamos
cual sirena que presagia el futuro
en la orilla impávida que resabia
tempestades. Sí, cantás para vos
como canto para mí.  Vanidosos,
embelesados en el crujir sordo
que zozobra en la ausencia del amor.



AMOR AMEDRENTADO



el pozo de la noche sacude las ventanas
los días que se mueren la angustia que se agranda
musita y muerde el musgo se angosta la angostura
pegada al paladar resguarda su oscurecido
relincho de cansancio que crispa crudo insano
que crujen en sus goznes de abismos absolutos
dismétrico arcaísmo de par en par se abre
con manos de tormenta con dedos que se quiebran
las muecas de rey momo salitre serpentina
idiocia de cucarda la risa escabullida
se teje y se desteje sarnilla catacumba
en ácaros rincones caterva de recodos
fiel férula fantoche ficción de remembranza
al cielo fin del fondo al crack el cráter catre
al tan siniestro sueño que es lóbrego resumen
del párbulo pez pánico que ni cogito ni ego
al ergo empero cómo certera incertidumbre
que roe roe y roe cayendo de los bordes
surcar esa epopeya del aire restañado
reclama cruces calmas resaca rigurosa
de amor amedrentado que aprisa el prisma prima
zumbar en dos palabras la bruta nada toda

UN INÉDITO DE SUSANA SZWARC




Dedicatoria o el secreto

                          

La primera regla para descifrar un mensaje consiste en adivinar lo que quiere decir.                                
                                                                                                                                                Umberto Ecco



Tal vez el dedicado
descifre adentro/afuera
el tiempo espacio
no vacío /su lugar.


El rabino dice cuarenta años
apenas pasaron 
se escuchan los gritos.
Respira, se le acomoda el sombrero
trato de entender: ¿cuarenta años,
los del desierto? ¿Cuarenta, el comienzo
de la guerra? ¿Cuarenta, qué?

Una densidad crítica, oscilante, pegajosa.

-Los gritos, ¿de quién?-reclamo.
El rabino aclara como un mantra:
losgritosdecadatorturadoporladictaduramilitar.

(No respiró, dijo la letra con una sola voz, los ojos vidriosos.)
Sobre el vidrio del recuerdo él vuelve hacia la amiga-vecina/
su hermano empujado y la calle hasta dónde…
no se ve más.
Él vuelve, al recuerdo: las manos de los padres, de la hermana estirándose
estirándose sus siete años. Trece, veinte, treinta, cuarenta años son
cuando escuchamos los gritos que no dejan de
escucharse por toda la escuela.
Como un resbalón  pasó el tiempo y suenan el timbre los gritos
de alegría irradian sobre el ojo vidrioso, el otro ojo se derritió.
Una fuerza no separable del poder de ser afectado.
-Aprovechan, los chicos creen que no estoy  y hacen la alegría
 del sonido/ travieso, timbres.
Sacude el libro la cabeza, camina el patio y ríen: los ojos nuevos.

Nos fuimos. Nos vamos a lugares distintos.

Camino, la cabeza baja como para no tropezar huesitos, despacio.
Se me pone la piel de gallina.  Si patino sobre un hielo filoso
me salva la velocidad  Si abro los oídos no me salvo, o me salvo.
Se escuchan los gritos, nítidos, ira dolor palabra muda. No hablar
no hablar no hablar. Empieza a sangrar la nariz,
roja la gota salpica la mirada, los pies.

 Un tubo en la nariz.
-¿Quién sangra?-, te digo.
La nariz es un tubo rasgando el olor viejo, agrio olor
de la meada
me hago al caminar
(llegaste como un hada, decís)
qué sed adentro/afuera
¿Quién no ve quién no escucha no palpa no huele no roza no imagina no sabe?


El rabino no dijo Auschwitz. ¿La mayor de todas las imperfecciones es
el no existir?
Y es otro el chiste, el grito
resuena en curvatura, zigzagueante.
  
El grito es un cuerpo que levanto con la mano.

No pises los huesitos.
(Tu nariz)





lunes, 20 de febrero de 2012

IRMA ELENA MARC (ROSARIO,SANTA FE,1951)




EL CHARCO DE LÁGRIMAS



Yo le hablo, pero mis palabras ya no surten efecto,

se oyen como leídas por la voz de una ahogada,

hablo para que me oiga, como si Ella oyese.

Fui tras Ella a la comarca de las Mujeres Mudas,

usando una sombra como polvo enmudecedor para vocecitas

de la penumbra. Caí en un charco de lágrimas y Ella dijo:

¡Oh, ratón!, ¿sabes cómo salir de este charco?  Estoy muy cansada

de estar nadando por aquí.  ¡Oh, ratón!

Se oyó decir:

                      Toda habla es falsa y, como tú, cae.

Con un relampagueo de agujas tembló mi voz depositada

a sus pies como una ofrenda .

Toda mi vida es algo que jamás comprenderás,

grité desde la orilla  del charco.

Ella pareció comprender

y haciéndome esperar la noche

soltó mi voz que ardía

dando vueltas con el movimiento de las sombras.

                           
 

EN LO FEROZ



Ella habla en los sitios donde yo era una persona

que no está más.

Ella habla de zonas más allá.

En el caos, en el estupor de donde proceden mis sueños, desguaza mi corazón

y manda al mundo las carnecitas a modos de pulsaciones de la ausencia.

Ella trata de conmoverme con el recuerdo de la infancia

(no es tan fácil, amiga mía, no es tan fácil).

Ahora intenta elevarme a la contemplación de lo maravilloso

(Ella trama conflictos cuando se pone sentimental).

Y dice: “Alguien me hizo comprender que el sexo está acá”

y gatilla sobre su sien un dedo descargado.

(Cómo explicarle mi incertidumbre de lo que es carne,

de lo que no).

Con palabras líquidas como las formas del sueño digo:

“Ven”

               (El deseo es pulpa inhabitable,

                carneviva cavada en lo feroz del cuerpo,

                cómo- de qué modo- quién- cuándo- me llamó,

y es pavor  y dulzura

el llamado del amor). 



de El gigante - Editorial Ruinas Circulares - Buenos Aires - 2007                    

lunes, 13 de febrero de 2012

MARCELO DANIEL DÍAZ (VILLA MERCEDES,SAN LUIS,1981)



Satélites
 

Para el ojo del astrónomo
somos pequeñas gotas que caen en la tierra
desde un cielo ladeado en sus extremos.
Y para el ojo de los seres queridos
brillan los paneles de los satélites.
No sé explicarlo: es un candado de luz
ahogando la materia oscura.


Nosotros

Era verano,
en la superficie de la familia
llovían meteoritos.
Íbamos en auto de vacaciones
y el ruido de una pinchadura
desató el temporal.
No conocía la criptonita
pero aún así era un millón de veces
más débil que Clark Kent.
Papá lloraba por teléfono,
el corazón astillado, polvo lunar
en una playa de estacionamiento.



Partículas elementales
 

Subo al techo.
Desde las alturas vuelven las explicaciones
a imagen y semejanza de los vecinos.
Entiendo que un hombre
está hecho de miles de partículas invisibles
que estallan en los zócalos
de las nubes. Que el futuro es una máquina
cortando el césped, en el fondo del patio




de Newton y yo,Editorial Nudista,Córdoba,2011

domingo, 12 de febrero de 2012

LILIANA DÍAZ MINDURRY (BUENOS AIRES,1953)





 El guitarrista ciego de Pablo Picasso



Se nos habló del ojo como del único sentido para construir el sentido,
las líneas de significaciones.
                       Algún francés nos habló de la evidencia.

Un español hizo del ojo el único sentido para construir el sentido,
sin buscar claves ni líneas de significaciones evidentes,
                       juntó casi burlándose
                       la ceguera y la música
como si la música fuera una cuerda rota,
como si la música fuera por fin
                       un dejar de ver las formas del mundo,
como si nada,
no quería entregar ninguna llave:
            una simple música en un azul de ojos cerrados.

(Y por favor,
que no se espere nada de los colores de una tela
ni aunque sea azul y un joven Picasso haya inventado a un                                               guitarrista ciego).


Como si no sucediera nada hay quien la mira en un azul de ojos cerrados,
como si la ceguera fuera una cuerda rota,
un viejo que toca una guitarra ciega en un vacío.

                                   O sólo eso: nada,
                                   una música que como la muerte,
                                   cierra los ojos.

* * *

Parece que hay dos,
una pareja, dicen,
parece que es un hombre ciego, enfermo          y una música ciega,                                                                                                                      enferma
y parece que es sentarse y llorar la ceguera del hombre, la  música que no quiere ver nada,
y no parece pero la música se come al hombre
y el hombre sangra.

Y no parece pero hay una muerte por asomar la cabeza
en alguna parte. Y no parece pero también hay una muerte
                    ciega
                    por aplastar a la música,
                    por aplastar al hombre.
                         (O la misma música es la muerte).                                                          
Y no parece pero es el amor,
o una forma de amor al menos,
una música rota,
la ceguera de dos que no se encuentran nunca.

* * *
Nada de importancia, por supuesto, entonces,
ese hombre ciego puede ser cualquier hombre, de esos que andan en los trenes,
de esos que tienen ojos pero no miran porque alguna música                                                                    les estalla en las sienes.
Cierta locura.

Cierta locura, dije, cierta locura fría
                    de mosca que sueña paraísos;
                    nada de importancia, entonces,
cualquier hombre,
cualquier muerte asomada en una música.

                    Cualquier forma de no mirar el mundo.
* * *

Es posible que la música
                        sea una forma ciega de tomar las cosas,
                        una astilla en el ojo,
                        la astilla de un ojo que no quiere ver más.


O al menos una forma de guardar la noche,
esa noche donde nada es seguro.

Es posible que la música
            sea una forma ciega de verificar las relaciones,
            y el ojo abierto,
            apenas una trampa desde lo virtual.

Una pequeña bofetada a las ilusiones de este mundo.


                    Ya se sabe:
                    la música lo dice:
                    Estamos hechos para la muerte.

* * *

Si el ciego sabe que la oscuridad es una luz que no espera,
si el ciego sabe que los sonidos son una forma de guardar la extrañeza en el oído,
el ciego sabe
que la música habla de una especie de universo ya  extinguido.

                                  
Fue cuando los hombres no quisieron ver más la rotación de los días y las noches
y se llagó la piel de la fotografías
y desapareció el tan dulce engaño de las cosas.


El ciego no sabe
que también la música ha dejado de servir
para los ciegos.


Dice la música:
ya no hay nada que hacer.
El peine al peinar arranca pedacitos de cerebro,
hay una araña escondida en los cajones.

(En los cajones aguarda
el temor de los ciegos,
el miedo
de la música).

O es la enorme tristeza.

* * *

Debe haber en el ojo de los ciegos
una sórdida luz de pasillo donde avanzan los bastones blancos,
un pobre pez que se pudre en el agua del mar sin que nadie lo                 advierta,
una zona sin defensa,
el vientre de las noches sin luna. Se sospecha:
                    una minuciosidad oscura,
                    un detalle
                    que se escapa del cuadro.

Y la música no cura.
Cerrar el ojo e inventar sonidos no inventa
otra luz. Ni siquiera una luz oblicua.

                    Debe haber un cielo roto de antemano.

* * *

No hay fe.

Ya es tarde para ahuecar aún más el hueco de los ojos
e inventar la música.


Peor aún para juntar
                    desechos de palabras.

* * *

¿Y si detrás de los ojos
se pudiera
           mirar
                a la música?

¿Ver el color y la forma del sonido?

* * *

Como si las imágenes fueran otra cosa que el silencio,
como si las imágenes fueran otra cosa que una hierba
                    para que devore
                    un ojo
                    triste.

* * *
Con la mitad del ojo de Picasso
habrá medio ciego azul, media guitarra.

Con la mitad de la música de medio guitarrista ciego
                        aún es posible abrasarse.

Abrasarse es imaginar algo más que un silencio.
Todavía medio amor
es más fuerte
que cualquier forma
                                               de muerte.


                                                                       * * *


Tal vez la muerte no sea música
ninguna música,
                                   ni siquiera
una música pintada
o escrita.


Tal vez la muerte sea
un ciego que partió hace mucho de una tela de Picasso
                        y se le quebró la guitarra
                        y el azul.


Tal vez Picasso muerto
sea una tela con un guitarrista
que ya no significa;
el azul, el color de una mancha de pintura,
y el ciego,
                        una teoría sin demostración.

Todo el cuadro:
la irregularidad de un ojo de vidrio que se rompe.
Los pedacitos volando en el espacio,
un vestido de novia comido por hormigas.

Tal vez ese cuadro que alguien mira haya dejado de existir,
porque sólo existía para Picasso.


                                                                       Es que ese guitarrista de los poemas     
ya no es el mismo guitarrista del cuadro.

Es un guitarrista de un azul de palabras
y su ceguera
                                   son unas cuantas letras

para desfigurar el vacío
                                                           de la hoja en blanco.


(De Resplandor final, Editorial Ruinas Circulares, 2011)
                                   


Sin título


Un mundo de cristales de hielo masticados con furia entre sorbos de whisky,
un cigarrillo y un narcótico,
mientras el rectángulo de la pared se traga las últimas estrellas, y las últimas bestias corren entre luces encendidas,
mientras hay olor a despedida, a cocheras con automóviles dormidos y sin dueño,
olor a ciempiés rubio, a soledad de una pastilla,
para suprimir el universo.

Mientras lo que tiene que pasar, pasa, en el claro del pueblo, en el claro de la ciudad, en el claro del mundo,
mientras el mundo se separa del ojo.

Mientras el pensamiento es un orden que jamás ocurre.
y las playas ladran cada noche,
apenas.

Mientras en los zaguanes los insectos corren veloces debajo de puertas y ventanas.

Mientras alguien pregunta la hora como si fuera posible saber algo.

Mentira.
no es un mundo.

Y aunque parezca suceder
nada sucede.

Las tijeras se comen cada lugar secreto,
cada nombre.


(Inédito, Buenos Aires, 2011)


JUANITO LAGUNA APRENDE A LEER  de Antonio Berni
                                                              
                               
 A la memoria de mi primo el doctor  Guillermo Díaz Lestrem, víctima de  la  dictadura

                                                               

 Hay un país simulado
un nombre simulado       un tiempo simulado
un viejo  país detenido en agujeros negros
                el país simulado al fondo
                (como un pozo)
                                                               oscuro
                                                               fabricado en el pozo de los sueños
(ese fondo del fondo)
En un mundo asimétrico lo que está por suceder no termina de suceder porque es posible que no haya suceso
en un mundo asimétrico donde hay carceleros
el carcelero no permite la entrada
aunque dice que la permite y hasta guarda una sonrisa en la pantalla
(Y hay un hombre de negro que mira desde lejos en un hueco del tiempo)
 el carcelero dice: el país está cerrado      dice: el país es puntual en decir que está cerrado
                dice: no
                no dice
                o está y dice con su presencia
                o no está pero es fácil imaginarlo
                                               algo que no termina de suceder

aquí hay marcas y preguntas y zumbidos y ultrajes y perfumes antiguos y hay cosas que llaman el país y el país no se sabe si existe fuera de la palabra  fuera del ruido    fuera de los signos

fuera del país con  pantallas vacías y  celulares rotos
fuera del país  donde las niñas cibernéticas saltan a la soga
no contestarán las máquinas del sueño
                ni los que escriben al departamento de tejido literario
                ni los que leen
ni los que escriben a los que leen ni los que leen a los que escriben
y después eso: la repetición de marcas y preguntas y ultrajes y zumbidos y perfumes antiguos y cosas que llaman el país que no se sabe qué es o si existe fuera del movimiento de lengua o de los signos

Un país  en blanco y negro donde el futuro parece una mala copia del pasado, un revival extraño
no hay Ley que una estos sangrientos pedazos
                un pedazo y otro
                                                                              sueltos
                                                                              vacíos
y sin embargo unidos perfectamente en una pantalla
 con  virtuales páginas de seda
que siguen después de "todavía estamos en la Argentina"
                y nunca terminan            
                                               hacer entonces como si hubiera mundo  
como si el viajero de las sábanas fuera inmortal
como si hubiera un hombre de negro
un resplandor
dentro del pozo de las cosas
como si el pozo de las cosas
no fuera el pozo de las cosas
como si las cosas no fueran un pozo
como si el pozo contuviera cosas
como si hubiera cosas
como si hubiera pozo
como si la palabra por sí misma
diera existencia al pozo de las cosas
a la Ley que ordena las cosas dentro del pozo
o el pozo dentro de las cosas

entonces como si hubiera país
en la noche del país
 la Ley abre la boca y dice en la boca de las pantallas
dice
no lo que está bien
sino que está bien lo que ella dice
porque lo que dice está bien porque lo dice
porque el decir es belleza
porque es la posibilidad de seguir viviendo
 de llevar el traje de los recuerdos
como si existieran los recuerdos

                hace frío aquí
                aunque  los  Poderosos  no quieran
                hace pánico
el país  hace creer que es
hace creer la fe  
hace creer que la palabra es
                               hace creer algo atrás de un ruido
                               hace creer en un ruido
simula caminos de buena hierba
un país hace creer en un orden
que desgarra la noche

                               como si hubiera caminos
                               como si hubiera algo que simulara caminos

y no parece
y hasta se ve la silueta de un carcelero atrás del carcelero
y hasta parece que se inclina y habla
y hasta parece que habla de otros carceleros    uno en cada puerta    otros carceleros que dicen que no dicen que simulan decir que ni siquiera nombran  o que nombran la escritura

 para desintegrarla en balbuceos sílabas letras    desunidas letras que ya no forman ninguna palabra    marcas en el papel    rumores en la selva del silencio
y hasta parece que es una infinidad de mundos de simulación de mundos cada uno con una puerta y un carcelero como una infinidad de espejos de simulación de espejos cada uno con una puerta y un carcelero
y  en los sueños
hay épica y sufrimiento
 hasta que llega dulcemente
                                               la gratuidad
                                               el sinsentido

hasta que algunos borrados se levanten de la inexistencia
son como si no hubieran sido nunca       
una brisa olvidada         
una brisa entre dos intentos de brisa

hace pánico
digo

pienso  en los que borraron en pantallas blancas
la mandíbula que guarda mi lengua

                                                                                              tiembla
                                                                                              se cierra
                                                                                                                 se cae

hace pobreza     
hace  dolor  aquí    adentro de esta pantalla donde vivo
los Poderosos no me guardan del frío ni del miedo
de mala hierba los caminos de la muerte
hasta la tentación de decir injusticia     iniquidad
una vez desaparecidos los carceleros
 me acuesto
sueño
las posibles palabras que contie­nen otras puertas posibles                                                           
                                               sueño un país                   
                      donde  la  rabia
                                                               me devuelva los muertos)
                                                              
                           De Resplandor final; Ruinas Circulares, 2011